Conoce a la Familia Arndt


Se me mostró está hermosa fotografía de la familia Arndt. Qué gozo ver a estos jóvenes tan galantes andando todos en los caminos del Señor. Localicé a la familia y les solicité que escribieran un artículo. No sólo escribió Cathy, sino también su esposo Rick, y Mark su tercer hijo. Cada uno escribió un admirable testimonio y me fue difícil escoger cual utilizar. He decido publicar extractos de cada uno. El Editor


Quiero una Esposa como Ella

“Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis.” Al principio, la mujer contaba en voz baja pero fue subiendo el volumen y se fue emocionando más mientras contaba. Sus dedos hacían marcas invisibles en el aire. “Siete, ocho, nueve, diez.” Sus ojos se abrieron más, y comenzó a hablar con mayor énfasis. “¡Once, doce, trece, catorce!” Hizo una pausa, abrió su boca un poco más y echó otra mirada a la foto de nuestra familia. “¡Catorce?”, exclamó. “Sí, es un buen principio,” le dije burlonamente. Me encanta decir esa frase. Luego hizo una señal con la mano para llamar la atención de sus compañeras de trabajo. En un instante ya estaban otras dos empleadas viendo la foto y contando para sí mismas mientras movían su cabeza en señal de asombro.
Yo me quede ahí resplandeciendo. Aprovecho cualquier excusa para lucir la foto de mi familia. Cuando la señora que atendía la caja del supermercado me preguntó sorprendida que para qué quería treinta cajas de cereal, no pude resistir la oportunidad y saqué la foto. La fila detrás de mí se alargaba pero las tres empleadas ni cuenta se daban.  
“Tu Mamá”, exclamó una, “se ve tan joven”. “¡Hasta parece que ha mantenido la cordura!” Otra agregó: “Déjame decirte que yo crié un niño de dos años y con eso tuve. ¡Tu mamá debe ser una santa!” “¡No sé como le hace!”, dijo otra riéndose entre dientes y alzando las manos al aire.
Finalmente terminó de escanear la mercancía. El total de la cuenta era elevado. Abrí mi bolsa y dije con cara tan inexpresiva como podía: “Me gustaría pagar con monedas de veinte centavos, ¿está bien?”
Me fascina pertenecer a una familia numerosa. Amo a mi Mamá y me encanta cuando la gente se admira de ella. Cuando las personas escuchan acera de nuestra familia – y después de que recuperan el conocimiento- quieren saber una cosa: ¿Cuál es el secreto de Mamá? Yo antes pensaba que mi mamá debió haber nacido siendo más feliz que las demás personas. Después de todo, nunca se quejaba, nunca sentía lástima de sí misma y siempre sonreía sin importar lo difícil de la situación. Tal vez era uno de esos raros individuos que disfrutan perder horas de sueño por la noche, ser mordisqueada por bebes lactantes, y cambiar innumerables pañales.   
Un día mientras me enfrentaba con un pañal repleto se me ocurrió algo. “Yo no quiero hacer esto.” Fruncí el seño y pensé: “A lo mejor, mi Mamá debe hacer esto. Ella ya está acostumbrada.” De repente comprendí, “Tal vez a ella tampoco le gusta cambiar pañales.” “Tonterías”, me dije a mí mismo, “si así fuera no andaría siempre sonriendo. Además nunca se queja. Pueden apostar que si a mí no me gusta algo, me voy a quejar y todo el mundo lo va a saber – como estaba a punto de hacerlo.”
Ese día comprendí que el gozo constante de mi mamá, su gratitud y agradecimiento no era algo con lo que había nacido. Más bien, era una decisión que ella había tomado. Por momentos, una decisión muy difícil, a veces dolorosa pero siempre valiente. Porque ella escoge centrar sus pensamientos en Dios y en otros, y no en sí misma, es que puede permanecer por encima de cualquier situación que se le atraviesa. No importa que tan altas sean las olas de la vida, su actitud siempre la hace salir a flote. Ha escogido estar gozosa cuando podía quejarse, y agradecida cuando bien podía sentir lástima de sí misma. Ha convertido su corazón en una fuente de juventud, amor y vida. No sólo la hace a ella más feliz, sino que hace a toda la familia más feliz.  
Cuando crecía, yo sabía una cosa. No me podía escapar con nada. Si hacia algo malo se me iba a castigar, y así era. Esta consistencia en la disciplina nos proporcionaba una muy necesaria seguridad a mí y a mis hermanos. Mamá era infaliblemente tierna y amorosa, inclusive cuando nos corregía, pero también infaliblemente firme. La verdad fue como una pared de ladrillo que me rodeaba y protegía. Me lastimaba únicamente cuando me estrellaba contra ella. Mientras me mantenía dentro de los límites, estaba seguro, libre y a salvo.     
Eso es lo que yo tanto admiro de Mamá. Ella es tan fuerte como sus palabras. Ella no nos castigaba de más cuando estaba enojada. Tampoco nos castigaba de menos cuando estaba cansada o exhausta. No me absolvía de alguna falta para no verse mal delante de otras personas. No actuaba con más dureza cuando estábamos solos. Ella era justa, inconmovible pero siempre amorosa.
Ya no veo a Mamá como aquella supermujer que sin esfuerzo podía hacer cualquier cosa. Más bien, veo a un ser humano increíblemente abnegado y amoroso que escogió ponernos a mis hermanos y a mí primero. Ella es lo suficientemente inteligente, astuta y trabajadora para haber sido lo que hubiera querido y para haberlo hecho de manera sobresaliente. En cambio, escogió ser mamá – mi Mamá. Solamente me resta orar que algún día yo pueda encontrar una esposa como ella.

MARK ARNDT
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“¡Sí Mamá no está contenta, nadie estará contento!”


Nuestra única hija nació después de que ya teníamos 10 hijos varones que la protegieran y ella ahora tiene tres hermanos menores más a quienes amar. Recuerdo como muchos de nuestros amigos nos decían que sentían lástima de nosotros porque teníamos un hijo varón tras otro, siempre pensando que nosotros estábamos desilusionados porque no teníamos una niña. Nos era muy difícil convencerlos de que nosotros estábamos contentos de aceptar cualquier bebe que Dios nos diera.
Ahora los niños han crecido y ya nadie parece sentir lástima de nosotros. Han visto a estos muchachos ayudar a Rick a construir una casa para nosotros sobre un campo de maíz, aprendiendo sobre la marcha todas las habilidades de construcción necesarias. Ahora, con esas nuevas habilidades aprendidas están preparados para construir su propia casa en el futuro. Dios usó nuestra necesidad de una casa más grande, con un presupuesto muy reducido y nos enseñó a trabajar más duro de lo que jamás habíamos trabajado antes. Me siento tan orgullosa de lo que hemos logrado como familia. Si hubiéramos tenido abundancia de dinero probablemente no les hubiéramos pedido a los muchachos que trabajaran tan duro. Ahora entiendo que esto ha sido muy bueno para su auto-respeto. Pueden voltear a ver cada pared de la casa y saben bien todo lo que se requirió para levantarla.  
Nosotros sentimos que Dios nos llamaba a educar en el hogar cuando nuestro hijo mayor, Paul, tenía seis años. Ahora tiene 24 años y está presentando los exámenes estatales para certificarse en la profesión de reportero de la corte, junto con su hermano, John, quien tiene 23 años. Ambos están siguiendo los pasos de su papá. Los siguientes dos hijos, Mark, 21, y Luke, 20, están estudiando la misma profesión con nosotros en la casa. Jude, James y Philip estudian la preparatoria en nuestro hogar y Set, Jacob, Nathan, Mary Elizabeth y Caleb estudian la primaria con nosotros. Peter comenzará el Kinder en el otoño.
He llegado a realmente disfrutar de educar a los hijos en la casa como nunca antes. Puedo ver el calibre de hombres jóvenes que los muchachos mayores han alcanzado. A veces me preguntaba si no estábamos privando a nuestros hijos, pero ahora tengo la confianza de que estamos haciendo lo que verdaderamente es mejor para ellos. Cuando tienen problemas en algún examen, por ejemplo, repasamos el problema y trabajamos con ellos hasta que están listos para sacar 100 en el examen. A una maestra en la escuela simplemente no le sería posible dedicar tanto tiempo a un solo alumno sin descuidar a los demás. Una mamá siempre puede encontrar el tiempo para ayudar a uno de sus pequeños. ¡A mí me encanta verlos aprender!      
Yo pienso que es muy importante para los padres que acepten entusiastamente la responsabilidad, y el privilegio, de disciplinar a sus hijos. Es una de las cosas más amorosas que jamás haremos por ellos. Nadie más en todo el mundo tiene el derecho de disciplinar a tu hijo como lo tienes tú. Necesitas corregirlos al momento en que muestren una mala actitud. Yo creo que los hace felices y contentos saber que Mamá o Papá los corregirán cuando hagan algo malo. Los estás preparando para que más adelante en la vida puedan evitar esas malas actitudes y hábitos que nos meten en tantos problemas. He notado que después de que he disciplinado a algunos de los niños, ¡terminamos sintiéndonos más cerca el uno del otro que antes del incidente!  

Una actitud gozosa y llena de
esperanza es un don que toda
mamá debe a su familia.


También debemos esperar y creer lo mejor en nuestros hijos y ayudarles a creer en sí mismos. Cuando estaba creciendo recuerdo una ocasión en que mi Mamá me corrigió fuertemente en la cocina, apenas unos minutos antes de recibir una llamada de una de sus amigas. Mientras escuchaba sin intención la conversación, me acobardé al escuchar la mención de mi nombre. Esperaba que mi Mamá contara la cosa mala que acababa yo de hacer. Pero lo que mi mamá contó fue algo bueno que yo había hecho anteriormente ese día. ¡Me estaba elogiando! Apenas lo podía creer. Ella creía en mí a pesar de que yo acababa de hacer algo malo. Me sentí tan agradecida que ella pensara tan altamente de mí, que ahora más que nunca quería vivir de acuerdo con sus expectativas de mí. Ella hizo más creyendo en mí que todo lo que me pudiera haber gritado.     
Asimismo he aprendido lo importante que es orar a Dios para que también nos discipline a nosotros los padres. Recuerdo cuando era una madre joven como me sentía agobiada teniendo tres niños de pañales y tratando de atender todas las otras necesidades de la casa mientras cargaba al Bebé No. Cuatro en mi vientre. Durante esa semana, cuando me sentía extremadamente cansada, escuche acerca de un bebé que había nacido con sus intestinos malformados de manera que no podía hacer popó en el pañal. Necesitaba de cirugía extensiva. Recuerdo haber pensado que agradecida se sentiría su madre cuando su hijo finalmente pudiera ensuciar su pañal. Me di cuenta que debería estar dando gracias a Dios cada vez que mi bebé necesitara de un cambio de pañal, pues esa actividad del cuerpo indicaba que su sistema estaba trabajando bien.
Pienso que Dios quiere que ablandemos nuestro corazón hacia nuestro esposo e hijos y que permitamos que su amor se manifieste a través de nuestras acciones cada día. No sabemos si hoy vaya a ser el último día en que podremos mostrar nuestro amor a nuestra familia. Si tenemos una actitud pesada y depresiva, infectará todo el ambiente familiar con tristeza. Como dice el viejo refrán: “¡Si Mamá no está contenta, nadie estará contento!” Una actitud gozosa y llena de esperanza es un don que toda mamá debe a su familia.
Es fácil sentirse abrumada por todas las responsabilidades de cuidar de una familia pero necesitamos buscar a Dios para que nos dé sabiduría. Recuerdo los problemas que tenía siendo recién casada para cuidar del nuestro pequeño departamento de dos recámaras, teniendo que cocinar y lavar ropa solamente para Rick y para mí. Si entonces hubiera pensado como le iba a hacer para cuidar de una familia numerosa me hubiera dado pánico. Pero, a través de los años, Dios me ha enseñado mejores maneras para administrar un hogar y como poder estar al corriente con las necesidades de cada uno. Siempre que había una necesidad, Dios tenía la respuesta, y siempre tendrá la respuesta.

CATHY ARNDT
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Su Marido la Alaba


Hace tres minutos recibí una llamada de mi esposa, Cathy, que anda de compras buscando gangas para la familia. “¿Adivina qué? Exclamó, con una voz que temblaba de regocijo, “Tengo nauseas.” “¡Caray,” pensé para mí mismo, “está es mi añeja Cathy! ¡Se siente nauseabunda mientras anda de compras y se alegra de ello porque esta nausea indica que su vigésimo embarazo puede resultar en su decimoquinto alumbramiento a término y no en su sexto aborto espontáneo!” 
Acabamos de celebrar nuestro aniversario de bodas número 26 y, apenas hace unos días, nos enteramos que ella porta en su vientre un bebe recién concebido. Ella tiene 45 años y yo 49. Este embarazo que llega en el otoño de su calendario biológico, ha llenado a Cathy con un destello de esperanza. Ella celebra las incomodidades de la nausea, la debilidad y los mareos con entusiasmo. Ninguno de nosotros dos sabemos cual será el resultado final de este embarazo, pero estamos expectantes. 
Cuando Cathy era muy joven oraba por sabiduría. Yo puedo testificar que esta petición ha sido respondida en abundancia. La he visto esforzarse y tener éxito en lograr que un ingreso modesto rindiera para cubrir las necesidades de la familia cuando bebe tras bebe venía a nuestro mundo. Durante 24 años la vi trabajar para embellecer una casa vieja, tallando pisos, pintando paredes, parada sobre una vieja y tambaleante escalera de tijera para pegar un papel tapiz que encontró en oferta. Hace dos años aplicó esas mismas habilidades al unirse a los muchachos, y a mí, en la construcción de nuestra casa sobre el terreno de una granja. En este proyecto la vi pintar la barandilla del porche, sellar con masilla las grietas en los baños y construir repisas para los armarios.
Cathy es bajita de estatura pero capaz de trabajar más que cualquiera. Evita la autolástima y la autoabsorción y se entrega a las vidas de los que la rodean. Temprano en nuestro matrimonio decidimos que nuestros bebes iban a ser amamantados e iban a permanecer en la casa familiar tanto como fuera necesario. Cuando Cathy, como recién casada, comenzó a compartir estas ideas con otras mujeres que ya tenían hijos, con frecuencia le decían: “Mira, querida, todo eso suena muy bien ahora pero espérate a que a esos preciosos bebes, ¡les salgan los dientes! ¡Dar pecho entonces ya no te parecerá tan fascinante!” Sin embargo, a pesar de haber tenido muchos bebes Arndt mordelones, Cathy se las ha arreglado para “correr la carrera” y mantener el rumbo de su compromiso original.   
Con frecuencia a través de los años, cuando salía de compras llevando únicamente al bebé recién nacido, mientras los otros 10, 12 ó 13 hijos se quedaban en casa, se le acercaba alguna mamá toda preocupada casi arrastrando a su activo hijo de unos dos años y le decía: “Puedes estar sonriendo ahora, cariño, pero espérate a que tenga dos años y entonces verás.” ¡Cathy sonreía y nada decía del “equipo” que había dejado en casa!
Uno de los secretos de Cathy es permitir que el humor impregne una situación potencialmente abrumadora. Su risa y rostro sonriente levantan el ánimo de los miembros de la familia y de amistades, llenan su cuerpo de vitalidad y entusiasmo, y hasta ablandan el corazón de los acreedores. En incontables ocasiones cuando mis hombros comenzaban a encorvarse por el peso de las responsabilidades diarias, un simple contacto de sus manos, una palabra u oración de ella han transformado mi día.    
Después de repetidamente observar a Cathy manejar esas incontrolables oleadas de contracciones y dolores que vienen en la parte más intensa del parto, he desarrollado un término para describir el método que ella utiliza para mantenerse por encima de todo eso: “bajo-reacción”  He visto a Cathy ponerse quieta, casi como si nada, escogiendo tratar a las contracciones como visitantes temporales, como si llegaran para quedarse un tiempo breve, y que pronto se alejarían para seguir su camino. Con frecuencia ha estado tan relajada y casi indiferente durante el trabajo de parto (inclusive cuando interiormente sentía la tentación de entrar en pánico) que las enfermeras no se han dado cuenta de que está pasando por fuertes contracciones. Una actitud flexible y animada, como la de ella, traen un sentido de paz y de relajamiento al hogar, manteniéndolo libre de tensiones y abatimiento. 
A través de los años hemos batallado para pagar los gastos mientras insistimos en que mamá permanezca en la casa. Como muchas familias hemos tenido que hacer uso de muebles usados, vehículos de segunda mano, escasez de baños, ropa de segunda, y cosas semejantes. No obstante, Cathy siempre ha logrado mantener un ambiente alegre en casa. Ella prefiere superficies simples y descubiertas a aquellas llenas de cosas desordenadas; y cree que un sentido de orden lleva naturalmente a un sentido de paz. 
Por casi dos décadas ella ha educado en el hogar a los niños, se ha encargado de expediciones masivas al supermercado para comprar el mandado, ha manejado de 30 a 40 cargas de ropa en la lavadora por semana, ha servido como la contadora del negocio familiar, como la peluquero de la familia y ha encontrado tiempo para visitar a los enfermos, a las que están solas y a los que sufren. 

RICK ARNDT
Millstadt, Illinois, EUA
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PAREN LAS PRENSAS:

Nos acabamos de enterar que nuestro último embarazo termino en aborto espontáneo. Hemos encomendado a nuestro pequeño en las manos de Dios y estamos pidiendo que nos dé Su consuelo mientras pasamos por este proceso de aflicción. Nuestros corazones han sido destrozados por la pérdida del pequeño. Sin embargo, una vez más he observado como Cathy, aunque está pasando por el devastador sufrimiento del aborto, encuentra la manera de evitar las trampas comunes de la amargura y de la autolástima, y además, de radiar el carácter de Cristo a quienes la rodean. 
Apenas ayer por la mañana atormentada por contracciones alarmantemente severas relacionadas con el aborto espontáneo, mi esposa que normalmente es muy vivaz y que nada la hunde, tuvo que ser cargada por dos de nuestros hijos y por mí desde el automóvil hasta la recamara del segundo piso. Esta noche, mientras escribo, ella esta doblando la ropa en esa misma recamara, riendo y cantando con los demás niños, mientras se prepara para ser anfitriona en nuestra casa de una gran celebración por motivo del 4 de julio (Día de la Independencia) la próxima semana.

Rich Arndt

Tomado de la revista: ABOVE RUBIES
Julio 2005, No. 64
Usado con Permiso.

Translated by Pam Richardson

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